viernes, 24 de marzo de 2023

Bando Cristiano. Los que se fueron.

Este compendio para el recuerdo habría que iniciarlo con los arqueros, uno de los grupos decanos en la renovación de las fiestas y que estuvieron presentes hasta inicios de los 80. Se componía de hombres y mujeres y eran famosos por sus evoluciones al ritmo de los tambores y cornetas de la Banda de la Vera Cruz. El grupo femenino volvió a salir unos años en los 90, y afortunadamente actualmente está recuperado; un nutrido grupo infantil  (en su mayoría niñas) sigue participando en el desfile infantil de la mañana del 3 de mayo, la gran parada del 4 por la tarde-noche y la procesión de subida del día 5, aportando color y simpatía a raudales que generan una ovación generalizada en las tribunas. 

 Continuando ya con la banda de la Vera Cruz, la misma fue santo y seña del Bando Cristiano hasta su reciente desaparición.  Su fundador, Pablo Guerrero, ya salía en las fiestas antes de la renovación de 1959 y la banda salió al principio como banda de tambores y cornetas de Santiago, en un momento en el que algunos grupos y kábilas tenían la suya propia. Desaparecida hace unos pocos años tal vez se pueda retomar el proyecto de una banda que ha sido durante décadas todo un signo de identidad del Bando Cristiano y de las fiestas en su conjunto. También  en los años 60 del siglo XX  era muy característica era la corte de los reyes cristianos, formación que daba categoría y realce a las figuras regias, con el cura Chirinos incluido.



Los que ya tenemos algunos años recordamos como de muy pequeños nos quedábamos boquiabiertos con los montañeses. Fundados en 1961 y desaparecidos a principios de los 80 la aportación más original y aplaudida de este grupo, aparte de su estética aguerrida a base de pieles, eran los animales que lucían (perros y jabalíes) y por supuesto  la maquinaria de guerra que portaban (catapultas, torres de asalto…), haciendo las delicias de grandes y pequeños.

Los caballeros de la Vera Cruz es quizás el grupo cuya existencia fue más breve. Portaban un original  escudo forrado en piel marrón y acompañaban a la bandera de Caravaca a los últimos años  de los setenta y principios de los 80. También acompañantes de la bandera de Caravaca fueron los ballesteros, quienes por su parte lucían la cruz de San Andrés en el pecho sobre fondo blanco y aparte de la obviedad de portar la ballesta, también representaban previo a la batalla del dos por la tarde la leyenda de los caballos del vino en la cuesta del castillo.

El grupo de los caballeros de Castilla fue fundado en 2002 y participó hasta 2016, llegando a contar con un grupo femenino y su propia marcha cristiana. En su atuendo blanco destacaban las hombreras de metal, dándoles una fuerte impronta guerrera. Fue la última víctima de las dificultades por las que pasó la fiesta en general durante la grave crisis económica iniciada en 2008 .



Otros grupos filiales como el femenino de los almogávares desaparecieron, aunque los dicho grupo reviste ahora un carácter mixto. También tuvieron su ciclo en el desierto festero aragoneses, santiaguistas (este año celebran 30 años de la reincorporación) así como navarras y sanjuanistas femenino en los años 80, mientras otros como los infantes de San Jorge, de Navarra o de San Juan han ido fusionándose con el grupo senior y  reapareciendo cada determinados años cuando estos grupos han tenido la posibilidad de fomentar así la cantera. 

¿Y cuáles podrían ser las conclusiones de este relato?. Desde mi entender señalaría que la fiesta está siempre viva, y que como cualquier otro aspecto de la sociedad va ligado a la evolución de la misma, para lo bueno y para lo malo, con sus épocas de esplendor y de decadencia. La otra conclusión es aprender de la Historia y de los errores cometidos, como por ejemplo haber dificultado la incorporación de gente joven en las dos últimas décadas entre otros. Pero también aprovechar aquellas experiencias y aportaciones de los que nos precedieron para embellecer nuestros  actos, desfiles y procesiones tal y como podría ser potenciar el simulacro del combate de la tarde del 2 de mayo o recuperar aspectos como la corte de los reyes cristianos, la banda de la Vera Cruz el día 4 y la maquinaria de guerra que portaban los montañeses para darle realce al desfile, entre otras ideas, renovando cada año la ilusión, haciendo a la cada vez mayor cantidad de gente joven que se está incorporando al Bando Cristiano protagonista en estos proyectos y en definitiva, dando a nuestro pueblo, el pueblo de Caravaca el espectáculo que merece.


Día de la romanidad. 2078.

 Surgida como iniciativa cultural a finales de la década de los años diez del siglo XXI, el día de la romanidad (4 de septiembre, día que se tiene como referencia de la caída del imperio romano de Occidente), fue instituido como día de fiesta cívica y cultural en 2028 en buena parte de los países de Europa, tomando especial relevancia en países como España, Francia, Portugal, Italia, Croacia, Suiza, Rumanía o Bélgica, celebrándose también en otros países europeos y ribereños del Mediterráneo. 


Muchos fueron los esfuerzos realizados y puertas a las que tuvieron que llamar las entidades organizadoras, en principio asociaciones culturales e instituciones académicas para que la idea fuera calando entre la población y las instituciones políticas apoyaran sin fisuras dicha festividad como reconocimiento al legado clásico, base de nuestra cultura, lengua e instituciones. Dichas conmemoraciones dieron sus frutos y dieron lugar a una estrecha colaboración entre buena parte de los países europeos, y algunos norteafricanos como Marruecos, así como de Oriente Medio como Líbano o Turquía, más centrados en la investigación y promoción del legado arqueológico y monumental. Se celebraban en diversas universidades e instituciones académicas congresos y seminarios, acudiendo incluso jefes de Estado a dichos eventos, con nuevos descubrimientos para mayor gloria de la difusión del legado de la ecúmene romana entre sus pueblos herederos. La celebración de la romanidad fue a más, celebrándose todo tipo de actos como teatro, recreaciones históricas, desfiles de legiones y un largo etcétera, todo en un marco festivo, llegándose a vivir en algunas ciudades europeas con gran pasión y generando turismo, intercambios académicos y por tanto acercamiento entre pueblos con una raíz común, y a la par prosperidad económica. 


Sin embargo, y al calor de la llamada corrección política y los movimientos identitarios  de todo tipo que asolan Europa y el mundo occidental desde el advenimiento del siglo XXI, sobre los años 60 del siglo empezaron a organizarse encuentros y charlas patrocinados por grupúsculos identitarios de diversa índole y en especial en algunos países como Italia y España con el objetivo de cuestionar el legado romano y plantearse su legitimidad e incluso su existencia. En un principio, siendo minoritarios y de cara al gran público estas iniciativas de revisión de la Historia se planteaban como una defensa del pacifismo; se condenaba el militarismo romano y la violencia ejercida sobre los pueblos conquistados, así como la esclavitud y las injusticias sociales (que ningún académico ni estudioso jamás negó), en un claro y lamentable ejercicio de presentismo histórico , y como si la sociedades de la Antigüedad hubieran sido una balsa de aceite hasta la llegada de las maléficas águilas romanas en busca de oro y esclavos. Sociedades como la cartaginesa, donde se sacrificaban ritualmente niños recién nacidos, o la celta, especialmente inclinada al saqueo y la guerra son solo un ejemplo de ello, aspecto que se empeñan en explicar  profesores y especialistas en los medios de comunicación, con escasa atención por parte de algunos receptores. Pero las consideraciones acerca de la época y el principio básico para entender la Historia de que no se puede juzgar el pasado con ojos del presente ya daban igual. La hidra del identitarismo era la moda, lo cool y lo políticamente correcto, y conforme se acercaba el 50 aniversario, los contrarios de la celebración del dia de la romanidad se mostraba más activos e intransigentes. En Italia, algunas asociaciones y partidos políticos minoritarios exigían que el presidente de la república pidiese perdón a los pueblos masacrados, sojuzgados y saqueados por el imperio romano, con escasa fortuna, por cierto. Se perpetraron algunos actos vandálicos contra monumentos tan significativos como el Coliseo o la columna trajana, llegando incluso a proponerse por parte de colectivos llamados así mismos antiimperialistas ir implementando poco a poco el desaparecido idioma etrusco en la Toscana para hacer de la misma en un plazo de 20 años la lengua única de la región, arrinconando al italiano, lengua que provenía del latín del opresor romano. Todo ello por supuesto estaba aliñado con acalorados debates en las redes sociales, donde cada usuario era por supuesto un experto historiador del mundo antiguo, fenómeno que por supuesto trascendió de Italia, dándose el fenómeno en varios países europeos, pero nunca con la intensidad italiana y mucho menos la española. En España el fenómeno se fue haciendo hueco entre ciertas asambleas de estudiantes de algunas   facultades universitarias, y no faltaron los políticos, ávidos de aprovecharse del mismo, de esa adrenalina juvenil que da el hecho de pertenecer a algo y resarcir una serie de injusticias y violencias milenarias que estaban esperando a ser reparadas. Para la totalidad de especialistas en la materia (catedráticos, profesores, arqueólogos, filólogos…) era un disparate, una pesadilla sacada de algún libro del estilo de Fahrenheit 451, afirmando y lamentando que las causas de este esperpento en el que se veían envueltos una buena cantidad de universitarios y jóvenes políticos eran el fruto envenenado del absoluto desprecio de los diversos gobiernos hacia las Humanidades en los sistemas educativos. No obstante, durante décadas se habían ido apartando la Historia, el Arte, las lenguas clásicas, la Literatura y la Filosofía. Con la casi eliminación de las mismas se privaba a los estudiantes no solo de cultura general, sino también de la capacidad analítica de relacionar el pasado con el presente, apreciar las manifestaciones artísticas, organizar el pensamiento abstracto, conocer adecuadamente los rudimentos de la lengua o de apreciar la literatura y procesar y comprender textos complejos (de hecho lectura de tuits era la principal fuente de información de estos jóvenes).





 Pero a estas alturas todas estas consideraciones ya daban igual. Lo importante era resarcir a los pueblos víctimas del imperio romano y recuperar las identidades perdidas. Así pues, los debates académicos que anualmente se celebraban con motivo del día de la romanidad eran sistemáticamente víctimas del boicot y la censura utilizando para ellos las redes con hastags del tipo #Romacriminal, #Escipiónalparedón o #JulioCésarasesino, lanzados por una organización llamada KFRPEE (Koordinadora Fuera Romanos de los Pueblos del Estado Español). La cuestión empezó a tomar mayor empaque, y en algunas zonas de España como Galicia, estos grupos comenzaron a reivindicar la lengua celta como propia, tomando como base el irlandés, llegando a pedir a la UNESCO que quitará del listado del Patrimonio de la Humanidad las murallas de Lugo, “al representar la opresión romana sobre las libertades del pueblo galaico, que ya entonces se organizada en comunas autogestionadas, igualitarias y democráticas”, tal y como rezaba el manifiesto que enviaron al organismo internacional. Asimismo, en Mérida se exigió al ayuntamiento de la ciudad que el templo de Diana pasase a llamarse templo de Endovélico, dios-jabalí de algunos pueblos celtíberos para reafirmar a los pueblos originarios del oeste peninsular, entre otras “heroicas” acciones.


En los acalorados debates en el Congreso de los Diputados los grupos que apoyaban la causa antirromana leían tuits de usuarios indignados por la presencia de huellas del imperialismo romano en nuestras calles como irrefutable argumento de peso y autoridad. Para añadir tensión en las tertulias televisivas algunos periodistas muy populares en ese momento gritaban histriónicamente, y casi al borde de las lágrimas denunciando el dolor que tuvieron que pasar los numantinos o los cántabros durante la despiadada invasión romana. 
Pero lo peor estaba por llegar; calentados los ánimos por los intensos y sesudos debates en el Congreso, la televisión y las redes, estatuas como la de Augusto en Zaragoza fueron derribadas al grito de “Augusto fascista”, a pesar de la oposición de la mayoría de la población, y de la impotencia de la policía, que no podía contener a la masa de universitarios pertenecientes a la  KFRPEE, que habían convocado una jornada de lucha el 4 de septiembre de 2078. No fue el único monumento vandalizado. Acapararon las portadas de los diarios las pintadas en el acueducto de Segovia, y el lanzamiento de huevos podridos contra las ruinas de Tarraco, así como la retirada de placas de calles y plazas que tuvieran reminiscencias romanas en algunas ciudades, todo con la aquiescencia de algunos alcaldes que pretendían sacar tajada. Famosos fueron también los incidentes acaecidos ese año de 2078 en el paraninfo de la Complutense al inicio del curso (sí, Complutense de la Complutum romana), donde jóvenes de KFRPEE exigieron a gritos la abolición de los estudios de filología clásica y eliminar de la biblioteca de la universidad obras que consideraban que recordaban la opresión romana; Virgilio, Tito Livio, Salustio, Tácito u Ovidio entre muchos otros debían salir para siempre de la facultad.


Afortunadamente todo este relato es ficción, una suerte de pequeña distopía. A ningún político en su sano juicio se le ocurriría actuar de la forma en la que se parodia en este escrito, haciendo orgullosamente gala de su alto grado de desconocimiento de la Historia para sacar tajada u ocultar intereses inconfesables. Sería también imposible hoy en día en la sociedad tal manifestación de  presentismo, exageraciones, estupideces en bucle y analfabetismo histórico, y menos aún por gente medianamente preparada y con un mínimo de interés por la Historia. ¿Verdad que no?. 




Publicado en el periódico El Noroeste el 14-10-2021. https://elnoroestedigital.com/dia-de-la-romanidad-2078-2/

miércoles, 27 de mayo de 2020

Adolescentes en los noventa en Caravaca

Fue la década de los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Expo 92, de la ruta del bakalao, de las “Spice Girls” y de “Nirvana”. De la “Macarena” y del cénit de grupos como “Héroes del silencio” y “El último de la fila”. De series como “El príncipe de Bel-Air”, “Lleno por favor” o “Farmacia de Guardia”. De taquillazos como “Terminator 2” o “Jurassic Park”. De la entrada de la LOGSE, del Barcelona de Stoichkov, Romario y Koeman. También la del Real Madrid de Zamorano y Amavisca, por supuesto la del Atlético de Madrid del doblete y de muchas cosas más que aquí sería imposible poner, la mayoría de grato recuerdo, otras no tanto.
Muchos de los que éramos adolescentes en esa época no podemos evitar retrotraernos a aquellos años estimulados por programas de televisión como “¿Dónde estabas entonces?”, en la Sexta, o eventos como el macroconcierto “Love the 90’s” que se lleva realizando por toda España en el último año y medio. Esos recuerdos nos traen imágenes, lugares y momentos a todos los que éramos adolescentes en aquellos años. Adolescentes que como en todos sitios tenían su centro de reunión y socialización que no era otro que el salón recreativo de turno.

En Caravaca llegamos a contar con tres a la vez; los Júpiter, cerca del instituto San Juan de la Cruz, el Casino, junto a la iglesia de la Compañía y el Daveli, en la Gran Vía. Estos últimos, por los menos en los años de mi plena adolescencia y en mi entorno eran los más concurridos. Allí afluíamos todos los fines de semana en masa (y también muchos durante la misma) a darle duro al “Street Fighter”, el “Snow brothers”, el “Double Dragon” el “Pang” o el “Tetris”, entre otros muchos títulos que todo amante de los videojuegos vintage tiene en su haber. Por supuesto también jugábamos al futbolín y unos pocos al billar, aunque de manera muy rudimentaria. Pero no solo el interés lúdico motivaba la asistencia dicho lugar; las hormonas provocaban los efectos propios de la edad y los enamoramientos juveniles, correspondidos o no hacían su acto de aparición en aquel lugar lleno de humo por los cigarrillos y con la música bakalao a bastante volumen y el griterío de la muchachada como banda sonora del local. Más tarde una procesión de zagales hormonados y cantarines se encaminaba a dar sus primeros pasos por la zona, lugar habitualmente bastante más concurrido que actualmente y que era el epicentro de marcha de buena parte de la juventud de la comarca del Noroeste. Nombres como Britif, Kábila u Hoyo 18 entre otros marcaron esos años. Estos eran los lugares donde predominantemente se arremolinaban los adolescentes que empezábamos a salir por aquellos años. El primero era una discoteca de bakalao que llegó a tener bastante relevancia a nivel regional (eran los años del boom del este género) y al que se desplazaban todos los fines de semana cientos de jóvenes de las poblaciones cercanas. La Kábila tenia por el contrario un ambiente más pachanguero y comercial, y luego estaba el Hoyo 18, más alternativo y rockero donde se podía oír desde a “Extremo Duro” a “Rage against the machine” u “Off Spring” hasta la BSO de “Trainspotting”, otra de las películas icónicas de la época (¿para cuándo la segunda parte?). Luego ya vino “La escalera” que estuvo funcionando hasta mitad de la década siguiente.
Pero no solo en la zona o recreativos socializabamos los adolescentes en aquellos años. Durante el buen tiempo las pistas deportivas Juan Carlos I eran un hervidero de chándals de táctel y carpetas con pegatinas de discotecas alicantinas o grupos de pop. Entonces no había tantas indumentarias oficiales como ahora, pero los que íbamos allí a darle cuatro patadas al balón nos creíamos en Wembley, aunque a menudo a muchos les interesaba más lo que había fuera de la pista que lo que había dentro. Otros lugares de encuentro eran el pabellón festero en los bailes del mes de abril (hasta cierta edad con control parental) o el Camino del Huerto en verano. Allí se celebraban cuervas multitudinarias a la luz de la luna en las que más de uno perdía la compostura y de donde también salían amoríos, como no podía ser de otra manera con esos ingredientes
Eran años de peinados a cazo, de cazadoras bomber, de camisas de felpa, de Levis 501, de gafas de alambre y de pelos lacados. Algunas de estas modas, por cierto han vuelto. También eran años en los que no teníamos móvil, ni Internet y la mayoría ni moto. Tampoco existía lo políticamente correcto, o por lo menos no a los niveles casi asfixiantes de ahora, ni sufríamos la indigestión por el exceso de estímulos audiovisuales actual, ni teníamos muchos bienes materiales que para el adolescente promedio de hoy son imprescindibles, y mi impresión es que teníamos la piel bastante más gruesa que la juventud actual. Con todo esto y a pesar de lo dicho en este último párrafo afirmo sin complejos un deseo imposible que muchos lectores ya habrán pensado y no es otro que; “si yo pudiera volver a esos años con lo que sé ahora…”.

LA SINIESTRA PROPAGANDA GOEBBELIANA. II PARTE.

Después de adelantar en el artículo anterior como la propaganda nazi, ideada por el ministro Joseph Goebbels, pudo convencer y casi hipnotizar a buena parte de la población alemana para atraerla a su criminal causa procederemos a comentar los pilares en la que se asentó la misma. Cabe decir que están muy lejos de estar enterrados en las arenas del tiempo; aislados o en su conjunto, con mayor o menos descaro, de manera involuntaria o premeditada se siguen utilizando en el mundo actual por diversos entes que van desde grandes multinacionales, dictaduras de diverso pelaje, sectas y religiones hasta partidos políticos o clubes de fútbol. Estos serían los  11 principios básicos;
1. Principio de simplificación y del enemigo único. En el caso de la Alemania nazi   eran claramente los judíos aunque también otros colectivos; comunistas, gitanos, testigos de Jehová y homosexuales.  A estos grupos se les achacaba todo mal que la patria y el pueblo pudieran sufrir.
2. Principio del método de contagio. Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo; Los adversarios han de constituirse en suma individualizada. La dictadura de Stalin tampoco se quedó atrás en este aspecto; el calificativo de “enemigo del pueblo” a cualquier persona sospechosa de incluso matizar o mostrarse escéptico con el dogma oficial podría llevarle al gulag o el asesinato con nulas garantías judiciales. Recomendable, por cierto la novela de Arthur Koestler “El cero y el infinito” para conocer mejor este aspecto.
3.- Principio de transposición. Cargar sobre el adversario los propios fallos, respondiendo al ataque con ataques similares. De esto tenemos todos los días desgraciadamente en la política actual. Es el famoso “y tú más”, que lleva a la crispación y a la ausencia de soluciones reales a los problemas de la ciudadanía.
4. Principio de exageración y desfiguración. Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave. Este principio fue utilizado como señuelo en la Alemania en enero 1933, con el incendio del Reichstag para imponer la dictadura nazi o iniciar la tristemente célebre “noche de los cristales rotos” en noviembre de 1938 
5.- Principio de vulgarización. Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Debe ser, intensa, emocional, que eleve los sentimientos y revolucione las hormonas. En esta época 2.0, la de la hegemonía de las redes sociales, miles de vídeos y mensajes simplistas campan a sus anchas disparando ráfagas diarias de este principio en sus más variadas formas que enlaza con el siguiente.
6.- Principio de orquestación. “La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente”. Y aquí los ejemplos actuales también son inabarcables; desde los eslóganes publicitarios que no se nos olvidan en años por estúpidos que sean o las ideas demagógicas y simplistas de diversos dirigentes políticos; que si vienen a quitarnos los puestos de trabajo, que si España nos roba, que si esto va a ser Venezuela.. La conocidísima afirmación “si una mentira se repite el suficientemente número de veces, acaba por convertirse en verdad” define a la perfección este principio.
7. Principio de renovación. Emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que cuando el adversario responda el público esté ya interesado en otra cosa. Y este se lleva la palma en la actualidad con el fenómeno de la “infoxicación”. Es decir, un auténtico torrente de noticias por distintos medios y a tal velocidad que resulta imposible analizar y contrastar, quedándose el público con el titular, siempre susceptible de ser mangoneado por el emisor.
8. Principio de verosimilitud. Argumentar a partir de fuentes diversas, de  globos sonda o de informaciones fragmentarias. O simplemente decir lo que sería toda la vida ver la paja en el ojo ajeno, muy propio de sociedades actuales en las que prima lo políticamente correcto (que es una forma refinadísima y elaborada de dictadura). Véase el linchamiento que sufrido por Justin Trudeau, primer ministro canadiense acusado de apropiación cultural, que por cierto es uno de los términos más disparatados y grotescos inventados por la izquierda posmoderna norteamericana.
9. Principio de silenciación. Silenciar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario. Este es un principio básico que explica el motivo por el que las distintas formas de poder (gobiernos, grandes corporaciones…) están interesados en el control de los medios de comunicación.  
10. Principio de transfusión. La propaganda puede operar a partir de un sustrato preexistente; una mitología nacional, prejuicios tradicionales, tópicos… El antisemitismo en Alemania no era ni mucho un fenómeno nuevo cuando los nazis llegaron al poder, ya estaba arraigado en el mismo nacionalismo alemán del siglo XIX y en algunas personalidades de la alta cultura como Wagner. 
11. Principio de unanimidad. Llegar a convencer a mucha gente que se piensa “como todo el mundo”. Todos alguna vez hemos vivido esta situación en mayor o menor medida. En la coyuntura actual no puedo dejar de referirme al separatismo catalán, como utilizando los medios públicos y afines, así como la educación (este uso pernicioso de la educación ha llegado incluso a la ONU) intenta mandar un mensaje contundente a la sociedad catalana y al resto de España, de que el ciudadano catalán debe pensar de una manera determinada o para serlo, a riesgo de ser considerado una “rara avis”, lo cuál lleva implícito una peligrosa dinámica.
La capacidad de mantenerse lúcido contra este tipo de mensajes es difícil,  y se antoja casi imposible hoy en día con las noticias fake, el exceso de información, el bulo y el predominio de gurús que  todo lo saben en las redes sociales, que no dejan de ser muchas veces plazas llenas de griterío, como la que eligió a Barrabás antes que a Jesucristo, lo cual demuestra que la psiqué colectiva en ocasiones no cambia tanto con el paso de los siglos. ¿La única vacuna?. Pues yo no lo sé, pero quizás hacer de la cultura un asunto de Estado más importante que los triunfos deportivos patrios y el fomento de las Humanidades en la enseñanza para dotar al ciudadano de un potente poso cultural y espíritu crítico que impida que la democracia se convierta en una turba dirigida por iluminados como un pastor lleva a las cabras podría ser un buen comienzo.

La puesta en escena nazi fue tremendamente eficaz a la hora de entusiasmar a sus partidarios y atemorizar a sus detractores.

lunes, 30 de septiembre de 2019

El martes 17 de octubre el premio nacional de narrativa de 2017 recayó en el escritor donostiarra Fernando Aramburu por su último libro, Patria. Precisamente cuando me enteré tenía ya casi terminado este artículo para El Noroeste sobre el libro que me acompañó en el pasado mes de agosto, que me cautivó y que es sin duda los éxitos editoriales del año en España. Magníficamente redactado y organizado en 125 capítulos cortos que le dan  un ritmo trepidante es un maravilloso y también crudo fresco de una sociedad vasca desgarrada por el terrorismo hasta hace muy poco tiempo y cuyas heridas aún perduran. La historia tiene como eje a dos familias de una pequeña población de Guipúzcoa sin determinar, que bien podría ser cualquiera de los que forman parte de los feudos de la izquierda abertzale. Ambas familias, que en principio compartían una amistad íntima se separan cuando uno de los protagonistas (el Txato) recibe amenazas de ETA. Y es que el hijo mediano de la una de estas dos familias de amigos íntimos ingresa en la banda terrorista, claramente influenciado y llevado por el entorno del pueblo donde el mundo proetarra impone su orden y la omertá y el miedo son tan omnipresentes como la lluvia o el verdor de los montes. 

Abundante en escenas costumbristas y dando saltos en el tiempo recrea como nadie los diversos ambientes en los que se mueve la trama; desde el casco viejo de San Sebastián a las fiestas de los pueblos que sirven como escaparate a la banda criminal, pasando por la Bretaña francesa, Mallorca o Zaragoza. Ambientes y momentos plasmados con tal certeza que pueden causar al lector un nudo en la garganta de tristeza o indignación, amen también de una media sonrisa ante situaciones en las que aparece el rostro humano y amable de la vida, sea cual sea la situación.

Pero motivo por el que considero Patria como una obra muy recomendable es la necesidad del reconocimiento y de no olvidar a las miles de personas que han sufrido esta barbarie. Afortunadamente el terrorismo ha cesado y aunque se habla de la derrota de ETA, la impunidad y el blanqueo de la barbarie parece abrirse paso en medio de una amnesia colectiva. Quedan aún 300 casos sin resolver (Iñaki Arteta ha dirigido recientemente un documental con dicho nombre que es un grito por la justicia), por no hablar del éxodo de los aproximadamente 200.000 ciudadanos vascos que han tenido que dejar su tierra debido a la presión de la banda y su entorno. Y es que las amenazas, pintadas, miradas de odio, insultos diarios incluso profanaciones de tumbas de víctimas (por ejemplo la de Gregorio Ordoñez) tuvieron algunos de los efectos que sus autores deseaban; es decir, la limpieza ideológica de la sociedad vasca y buena parte de la navarra. Con la alteración censo electoral se lograría  conformar una sociedad completamente nacionalista tal y como el propio Arnaldo Otegi afirmaba con gran desazón cuando se anunció en 2013 la reforma que permitiría votar en las elecciones vascas  a las personas huidas por la persecución y acoso de la banda “Claro, ¡todos los txakurras pueden votar! Claro ¿Qué va a venir, la Guardia Civil aquí?... y todas sus putas familias. Sí, claro, claro”.  He aquí una auténtica declaración de intenciones de este criminal que ahora pretenden desde ciertos sectores ideológicos hacer pasar por político respetable y represaliado por el Estado español. Hacia la misma línea (y es solo otro ejemplo entre muchos) iban las declaraciones de la vergonzosa entrevista realizada por el diario El Mundo en octubre de 2014 al terrorista Josu Zabarte llamado El carnicero de Mondragón (condenado a 29 años de cárcel por 17 asesinatos); ¡Cuando pasas la vida en prisión, la duda es cómo encontrarás la calle y cuando llegas a la calle, te das una vuelta por aquí y por Navarra, y piensas ¡qué satisfacción!.

Con la lectura del Patria y su cotejo con estas y otras noticias uno se pregunta muchas cosas; si esta son las sensaciones del terrorismo etarra aparte de estar en las instituciones, ¿de qué derrota se habla?. ¿En cuantos lugares se rinde homenaje a estos asesinos impunemente como si fueran héroes?. ¿En cuantos lugares han logrado llegar gobernar (y siguen gobernando) sus marcas blancas gracias a esta limpieza étnica?. ¿Por qué hay gente que tiene la vileza (y no solo en el entorno abertzale) de poner a la misma altura a una víctima que a un asesino etarra?. ¿Cómo llevan el día a día las víctimas que viven en lugares donde se pueden cruzar en la panadería al asesino de su padre, por ejemplo?.

Es en definitiva Patria una lectura más que recomendable no solo por el mismo disfrute de su narrativa tremendamente ágil y adictiva, sino para conocer aquella realidad que es una buena parte de la Historia reciente de España, situaciones en las que nos podemos sentir identificados y reflexionar acerca de lo que es capaz de engendrar el fanatismo, el odio ciego y el adoctrinamiento,  y sobre todo si realmente ha terminado bien esta siniestra historia que en mayor o menor medida nos afectó y nos afecta al conjunto de la ciudadanía española.


Juan Antonio Sánchez Giménez.






LA SINIESTRA PROPAGANDA GOEBBELIANA. PRIMERA PARTE.


LA SINIESTRA PROPAGANDA GOEBBELIANA. PRIMERA PARTE.

Una de las preguntas y dudas más recurrentes cuando se trata sobre el nazismo es como semejante ideología pudo llegar al poder por medio del juego parlamentario y en los años siguientes, y que a pesar de mostrar una brutalidad implacable cada vez más a cara descubierta, seguir cosechando apoyos entusiastas y en no pocas ocasiones febriles por una parte muy importante de la población alemana. Los condicionantes para el triunfo de Hitler son varios y complejos (difícil coyuntura económica, la herida abierta de la Gran Guerra, revanchismo por el Tratado de Versalles, etc.), pero sin duda uno de los factores que catapultó al poder fue el uso de la propaganda, dirigida por el encargado de la misma y posterior ministro Joseph Goebbels. Se trataba de uno de esos individuos que combinaba una extrema inteligencia y preparación académica con el más absoluto cinismo y fría maldad. Fanático lacayo de Hitler, su siniestro legado fue el lavado de cerebro masivo de la población que conduciría al desastre. Estableció una serie de once principios básicos de actuación que no por sencillos dejan de ser inquietantemente efectivos en la psiqué de las masas incluso hoy en día. Principios que hábilmente combinados con los entonces novedosos medios de comunicación de masas como la radio, el cine, además del uso masivo de cartelería en pueblos, ciudades y principales vías de comunicación, no hace falta decir que lograron en buena parte que su mensaje calara hondo. Un mensaje claustrofóbico y repetitivo hasta la náusea destinado a sembrar el odio y la obediencia ciega al nazismo y a Hitler, y que como ingrediente decisivo tendrá también el más absoluto adoctrinamiento en todas las capas de la sociedad; desde el “kindergarden” hasta la tercera edad, pasando por la Universidad, cuyos aquelarres de quema de libros ocupan un puesto destacado en los anaqueles de la vergüenza y la infamia. Si a ello añadimos el aplastamiento de cualquier disidencia y el fomento de la delación el resultado, tal y como quedó demostrado, es demoledor; una población entre sumisa y fanatizada con otra buena parte de ella aterrorizada. Hay que destacar también excepciones de valientes como los hermanos Scholl (de la asociación estudiantil clandestina Rosa Blanca) o August Landmesser, el trabajador que se se negó a levantar el brazo en la botadura de un barco de la marina alemana en Hamburgo se negaron a ser arrastrados por la marea. A propósito de esta cuestión cabe mencionar el libro de Joachim Fest “Yo no”, en el que el historiador alemán narra la odisea que su propio padre (un modesto profesor) que tuvo que vivir durante el nazismo al negarse a acatar su locura. Pero volviendo al principio...¿Cómo es posible que en un tiempo relativamente corto se pudiera “”nazificar” a una sociedad como la alemana?. Estamos hablando de un país industrializado, con una población mayoritariamente culta y con un impresionante bagaje académico en campos como la ciencia, la filosofía, la literatura, la música o la historia. Es aquí, donde sorprendentemente el nazismo, y con gran habilidad en cuanto a la propaganda supo sembrar las flores del mal que llevarían a la perdición.




martes, 25 de abril de 2017

Instantes; la misa de aparición.



Hace unos cuantos días, navegando por la red y pensando la manera de enfocar el artículo que todos los años me da la oportunidad de publicar El Noroeste por estas fechas, visualicé en la Red el documental  La Cruz de Mayo(1924),  en el que se podían visualizar unas bonitas instantáneas de la misa aparición de la Cruz en la mañana del dos de mayo . En dichas escenas se puede apreciar que, al margen de la sociedad de la época, y en lo esencial, el ritual sigue siendo el mismo en la actualidad, así como la importancia que el mismo tenía como punto de partida de las celebraciones de dicha mañana.

Dichas secuencias me dieron la idea para escribir humildemente estas líneas sobre el significado de la misma y como se viven esos instantes que rememoran el milagro de 1231 en la víspera del día de la Santísima Cruz, suponiendo unos momentos de calma antes de la explosión de alegría de la mañana del 2 de mayo en la plaza del Templete y sus aledaños. Poco se puede decir del cúmulo se sensaciones y la peculiaridad de las expresiones en los rostros en los momentos previos. Caballos ataviados con ropas brillantes como gemas engastadas en el cielo van llegando a la cita anual. Bajo los todavía suaves rayos de sol del mayo caravaqueño los mozos encargados de cada peña sujetan y apaciguan a su caballo, que parece consciente de la importancia del momento. Huele a flores y a licor café y anís. Una multitud en aparente espontaneidad se va acercando al Templete para vivir estos momentos. Se ven los mismos trajes de Abul-Kathar que en 1959 con su chaquetilla roja y sus bombachos a rayas cuando se acercan con su banda al bañadero. Chaqués de Ayuntamiento y Cofradía se acercan con cierto nerviosismo y prisa con la banda de Caravaca entonando un pasodoble por la Corredera con los maceros como nota de color. Brilla el metal de las espadas de los cristianos mientras amazona, sultanes y reyes que ya van llegando son agasajados y admirados en su flamante esplendor. Cientos, miles de personas con pañuelos rojos y camisa blanca inmaculada se van acercando al punto de encuentro. La gente está contenta y nerviosa a la vez de la propia felicidad que se vive en esos momentos.  Detalles y matices incontables imposibles de abarcar en estas líneas entre otras cosas porque cada uno de los asistentes aprecia los suyos propios y hacen de ese primer tramo de nuestro 2 de mayo algo mágico y especial. Todo arranca aquí y desde aquí todo tiene sentido esa mañana como si de una clave de bóveda se tratara. El caleidoscopio de colores  está parado y en cuanto termine misa comenzará a girar comenzará el éxtasis y la pasión a desbordarse por toda la ciudad.

Pero recreémonos en la propia celebración de la Eucaristía y su, a la vez modesta y solemne grandiosidad que alcanza su máximo esplendor en el instante en el que los ángeles bajan a la Cruz del cielo; mientras el sacerdote lleva a cabo la misa y en medio de la calma con la se oyen unos cascabeles de un caballo. Hay un leve murmullo de la multitud que va llegando que se confunde con el  rumor de las aguas en las que se bañará a la sagrada reliquia al día siguiente. Son momentos de misticismo que  suponen para los presentes un momento de reflexión sobre el pasado, el presente y el futuro; la consciencia de que el momento presente es efímero y el recuerdo de aquellos que nos precedieron. Estos momentos, al igual que el resto de ritos de la fiesta caravaqueña nos enlazan directamente no solo a nuestro pasado como colectivo, sino a las vivencias personales de cada uno de nosotros a lo largo de todo el año. Conservemos este precioso legado de fe, fraternidad, historia e ilusión con la misma generosidad con la que nos lo han dejado a nosotros; estoy seguro de que nos lo agradecerán futuras generaciones. ¡Viva nuestro 2 de mayo!.